mercredi 5 novembre 2008

5
-¿Oyes?

-¿Es el viento... o son gaviotas? Cuando llegan con ímpetu las olas, hay días de los que nos acordaremos más tarde. Viene el crepúsculo. Los recogedores de conchas observan. Esperan. Tú tal vez debas ocultarte, será bien que veas como la marea sube.

Aquél que se acerca en silencioso como un pescador no es de madera. Déjalo. Mañana lo veremos de nuevo por el puerto.


6
Ni sol ni mirada. Un andar forzado. Las flores no tienen fin. Recorremos países húmedos, países incendiados, bellos países de siglos enteros. Pasamos por amaneceres cada vez más blancos. Suave como un juego, la sombra se inclina. Ejerzámonos a la lluvia. El grito que sale de mis poros no es de voz, es del subsuelo oculto.




7
Seguros. Estábamos seguros como almendras. Era un día extremo, con horas apasionadas.



8
La que nos dio de beber fue una muchacha que volvía del río con su jarro lleno de música.

-¿Dónde habéis encontrado todo ese misterio que cae de las estrellas?

-No, no fue soñado, exclama, en este país sin frontera es lo mejor.

-Pero esos árboles tiemblan ¿no? Parecen heridos de cualquier guerra.




-Por supuesto, se nos prohibe gritar, como todas las noches.

La embriaguez de aquel año fue sobrecogedora. Nos hubiésemos vuelto cadáveres si los habitantes no nos hubiesen sacado de nuestra sorpresa.

-Tú, con tu garganta podría hacerse una lámpara.

1 commentaire:

Rosabcn a dit…

Uno de mis fragmentos favoritos es el '6': 'Ni sol ni mirada... países húmedos, incendiados...".

Un poema intenso, los poemas tienen que sentirse, entenderlos.
Supongo que es más fácil si estás acostumbrado a trabajar con palabras, se vuelve como una segunda naturaleza.